Lo primero a tener en cuenta es que no podemos gustar a todo el mundo, cada persona es diferente y tiene unos gustos y unas prioridades distintas. Y no por ello debemos actuar, ser o hacer cosas para agradar a los demás o ser aceptado en el grupo.
Si esto es así, no sólo no seremos quienes realmente somos, sino que esto nos generará rabia, ira… de no poder expresar y decir lo que realmente pensamos, y por lo tanto, no estamos en consonancia con nuestro yo interior. Esto en muchas ocasiones nos lleva incluso a no hacer las cosas que realmente nos gustan, lo que nos mueve en la vida, lo que nos da ilusión, porque sino mi familia no lo va a aceptar, mi pareja me dejaría, mis amigos no me hablarían,…
Esto nos lleva a una clave importante, la autoestima: si estamos seguros de nosotros mismos, sabemos quién somos, nos queremos, sabemos lo que necesitamos, no nos hace falta la aprobación de los demás para ser la persona que somos en todas nuestras facetas.
Porque el ser uno mismo, o intentar salir de la norma puede conllevar un rechazo social, pero sólo nosotros somos responsables de dejar que nos afecte lo que digan, piensen o incluso del rechazo de los demás. Porque estarás en consonancia contigo mismo, siendo y haciendo lo que dicta tu corazón.
Si la aprobación de los demás se convierte en algo importante para ti, estas poniendo tu felicidad en manos de las personas, y por lo tanto, cuando las personas no actúen de la forma que nos gustaría, te verás afectado. Cuando actuamos así, no tenemos en cuenta cuáles son nuestras prioridades, y sacrificamos nuestra personalidad para agradar a los demás, sin ser quién realmente somos porque actuamos buscando una aprobación.
Estamos en una sociedad que intenta hacer iguales a las personas empezando desde el colegio, unificar al grupo, unificar la sociedad,…, esto es algo inviable, cada persona es diferente con sus facultades, su inteligencia determinada, sus dones, sus características, sus carencias y nadie es mejor o peor, es cada uno y sus circunstancias. Entramos en otro punto importante y es no juzgar a las personas por ser lo que son, no podemos saber cuál ha sido su vida, ni cuál es su evolución. Respetemos a las personas para respetarnos a nosotros mismos.
Me gustaría recalcar que las personas no necesitemos ser aceptados en los grupos, en la familia, con los amigos, en las redes sociales,…, a costa de no ser, a costa de callar, a costa de hacer lo que no nos gusta, de ser otra persona, de dar de lado nuestras prioridades. Esto podemos cambiarlo por la aceptación del ser, de la persona, hacer lo que realmente nos mueve en la vida, luchar por nuestros sueños, ser lo que somos, avanzar, perder el miedo al rechazo, a la vida,…en definitiva, ser felices.
Delia Lahuerta (otraformadevida@live.com)
Escritora e ilustradora de cuentos infantiles, talleres de Inteligencia emocional para niños, Naturópata higienista, Reflexóloga y aprendiz de la vida.